lunes, 4 de abril de 2011

¿TE ATREVES A SOÑAR?

Una de las preguntas más frecuentes con las que me encuentro en mis cursos e intervenciones, es por la necesidad de cambiar, "si yo estoy bien", "si me gusta mi vida",... A este tipo de comentarios no es posible responder nada diferente a que cada uno hacemos valoraciones de lo que nos ocurre, de cómo nos va, y concluimos que estamos más o menos satisfechos con nuestro vivir, con el camino por el que vamos. Cuando uno decide que le gusta y se siente bien con su existencia, es fantástico, su valoración y juicio sobre su vida es positivo, está en la línea de lo que desea.
Lo que intento en mis cursos y conferencias, no es que nadie salga de una forma de vida que juzga adecuada y que le conduce a estar satisfecho consigo mismo, lo que pretendo es que cada uno tome consciencia de sí mismo, de su ahora, de sus posibilidades, del anhelo por la plenitud, de transcenderse a sí mismo, y en el extremo, de la búsqueda de la felicidad que todos deseamos para nosotros y para los que nos rodean.
Ese camino tiene que ver con salir de la resignación, del conformismo que me sujeta al espacio de confort en el que se desenvuelven mis habitualidades y plantearse la posibilidad de vivir con más intensidad, con más gozo, más extensamente. No se trata de cambiar, si uno no quiere cambiar, se trata de intensificar, de vivir una política de máximos y no de mínimos, no es que tengo una vida relativamente buena, sino quiero vivir la mejor vida que me sea posible. Es hacer de ella un camino de superación, en identificación con uno mismo, en disfrutar de cada momento, en sentir que vivo el ahora sin tener que buscar las satisfacciones en el futuro ni en el pasado.
Y cuando eso ocurre, cuando mi vida se desenvuelve en un estado de consciencia, de posibilidades, de plenitud, es cuando creo el mejor mundo posible para las personas con las que convivo. No es que yo sea responsable de la vida de otros, pero mi vivir afecta a su vivir, el mundo que yo creo, es participado por cada uno de los que viven a mi lado.
La cuestión entonces, es la siguiente: ¿Te atreves a soñar con ese mundo en el que tu vida sería plena? Cómo es, que te falta, qué necesitas soltar, qué recursos tienes para construirlo,... Convierte el sueño en deseo, y el deseo en acción. Los sueños que no pasan a la acción no dejan de ser fantasías muy frustrantes; pero el sueño puede convertirse en un camino que voy recorriendo, que me acerca a mi, a quererme, a tenerme en cuenta, a sentirme y a vivirme como la persona que quiero ser, que quiero construir. A verme con una mirada profunda, amorosa, compasiva pero valiente, convencido de que tengo el potencial de ser la persona más bella, más hermosa, a la que pueda dar lugar mi creación.

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